viernes, 17 de octubre de 2014

CHINA V: HABLANDO EN CHINO


La comunicación es quizá, de las facultades del ser humano, una de las más fascinantes. Lo que ocurre es que no solemos prestarle atención. Cuando dos personas desconocidas comparten el lenguaje tienen la facilidad de transmitirse en pocos segundos cualquier información, ya sea una aclaración, una indicación, un chiste o incluso un insulto. Si no hablan el mismo idioma, puede que alguno de ellos conozca el idioma del otro logrando que se establezca el canal. Si no es así, siempre te queda escribir el nombre de una calle o señalarlo en un mapa, o puede que las letras, aunque extranjeras, te ayuden a entender lo que buscas. Por último tienes el lenguaje de los gestos, en ese caso es fácil indicar hacia adelante, que gire a la izquierda o derecha, que te traiga la cuenta, que te diga el precio de algo, que te indique cuál es el bus que tienes que tomar  o el andén donde se sitúa tu tren, o simplemente que te ha gustado mucho la comida.

China es el primer país en que he estado donde resulta complicada la comunicación, hasta el punto de que a veces no ha quedado más remedio que dejar de intentarlo. En primer lugar yo no sé chino, y es algo que hay que proponerse en el futuro. En segundo lugar , la gran mayoría de los chinos con los que nos hemos topado en este viaje no saben hablar inglés, algunos de los pocos que lo hacen tienen un acento dificultoso unido al nuestro pues ya tienes el potaje lingüístico enjaretado.  En tercer lugar, los caracteres chinos son miles y totalmente diferentes a los nuestros, o sea que si lo que buscas es un restaurante, un hotel, una farmacia o la estación de autobuses, el rótulo  que te encuentras está en unos dibujitos ininteligibles . Y por último, por si no fuera poco, los gestos que conocemos de toda la vida aquí no funcionan. Si tu interlocutor cumple los cuatro puntos anteriores se quedará mirándote con una sonrisa cándida un rato y hablándote en chino sin parar y lentamente (¿cómo que no me entiendes?, supongo que dirá, si te lo estoy diciendo muy clarito), y tú te quedarás con cara de cordero antes de ser degollado pensando… este tío me está hablando en chino.



       Por eso hemos cambiado de táctica. Cuando encontramos a alguien que sabe inglés y nos entendemos , le pedimos que nos escriba en chino en nuestra libreta aquel lugar al que queremos llegar, o los billetes de tren que queremos comprar, o el plato que queremos pedir en el restaurante (porque cuando te dan la carta en chino, lo único que entiendes son los precios).  Los chinos son gente muy amable y cuando te entienden tratan de ayudarte como sea, así que no tenemos dificultades para que nos escriban las cosas en la libretita. Cuando llegamos al sitio indicado sacamos la libreta y señalamos lo que queremos decir. En ese momento nos entienden y todo arreglado, solo tienes que dejarte llevar por la dirección de su brazo para sabe hacia donde debes ir.
Si lo que quieres es comprar un ticket de bus o tren la cosa se complica, primero haz de guardar una cola tremenda ya que las estaciones están siempre colapsadas de gente, al igual que todo en este país. Menos mal que están bastante organizados. Esperas tu turno y procuras que no se te cuelen porque al verte la cara de extranjero algunos espabilados tratan de ganarte la posición con la táctica del sitio consumado al estar levemente cerca de ti, o la táctica de mirar a todas partes menos a ti. Lo más gracioso es que si se te cuelan nadie protesta por detrás de ti, es como si todo el mundo lo aceptara. Resulta curioso que en las bullas por colocarse el primero o entrar o salir de algún sitio, la gente se empuja sutilmente, se pisan, y nadie protesta, únicamente fijas la mirada en tu objetivo, empujas y avanzas como sea.
Cuando llegas a la taquilla, le enseñas la libreta, la persona que te atiende sonríe y lee, y afirma con la cabeza que lo ha entendido (aquí tienes que rezar para que lo que escribió la del hotel sea exactamente el lugar y la hora a la que querías viajar). El problema está cuando te entrega los billetes (¿el coste? No es un problema, te lo muestra en la calculadora y le pagas) te indica con los dedos el andén desde donde sale el autobús (en las estaciones de trenes es más fácil porque aunque todo está en chino, si sabes tu número de tren, puedes comprobar en los paneles electrónicos en qué anden está situado. Andén también lo pone en chino, pero lo intuyes).  En el caso del bus, si tu andén es del uno al cinco, las señas con la mano son iguales que las nuestras, pero si es del 6 al 10 ¡ay amigo, la has liado!, pues las señas son diferentes… chino.

Moverse por este país está siendo una emocionante yinkana, pero muy divertida, porque siempre somos ayudados por la buena voluntad de sus amables gentes, pero en cuanto llegue a Málaga me pongo a estudiar chino…ya lo decían “er cabesa y er culebra”… ¿eso que es chino?, po tríncame el pepino!!!!

Pedro Rojano



2 comentarios:

  1. lo de las colas me recuerda muuuuuuuchoooooo a México

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  2. ¡Supongo que lo de las colas y de los listos es algo de lo que no nos libramos en ninguna parte del mundo! Jaja. Gracias por tu comentario, Andrea

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