martes, 9 de julio de 2013

FRANCIA II: LOS CASTILLOS DEL LOIRA


Chambord
Desde las altas cumbres de los Alpes descienden las aguas que riegan copiosamente el fértil valle del Loira. No es de extrañar que junto a este río inagotable hayan crecido pueblos y ciudades desde tiempos inmemoriales. Los prados y verdes praderas, los bosques y lagos, el canto armónico del río bajo los puentes, contribuyen a crear un clima onírico que en tiempos medievales hizo que caprichosos reyes y nobles mandasen construir sendos palacios de descanso para su ajetreada vida en la corte. Fue una fiebre constructora inmobiliaria la que contagió a los ricos de aquella época, y no hay ciudad, pueblo, o aldea que no tenga su propio Castillo. Desgraciadamente en España esa fiebre por construir se retrasó un poco y así nos vemos. Por suerte para los ciudadanos de esta parte de Francia, entre los siglos XII y XVII no había demasiada gente con “recursos” para construirse un castillito.

Chenonceau
Tours, Chambord, Chenonceau, Amboise, Blois, Ussé… así hasta cientos de Chateaux que motean el valle del Loira. No voy a detenerme a describir las maravillas arquitectónicas y estilísticas de estos lugares, para eso ya están las guías y los libros especializados. Lo que sí me llamó la atención fue un detalle. Probablemente estos flamantes castillos se construyeron con el sacrificio de muchos siervos, constructores, albañiles, gente de la gleba, que gracias a su calidad de vida miserable lograron erigir estas maravillas para unos pocos. Seguramente las intenciones de esos caprichosos nobles no fueran otras que las de presumir y vanagloriarse de su injusta y heredada fortuna, pero con el tiempo, esos castillos han perdurado y hoy son la riqueza de la región y fuente de trabajo para muchos ciudadanos que nacieron en estos contornos. Con toda probabilidad, muchos de esos trabajadores de hoy, tengan raíces de aquellos maestros artesanos, y el  sacrificio extremo de sus antepasados, esté finalmente yendo a parar al pueblo. Esta reflexión me lleva a otra: ¿Merecen las generaciones posteriores el sacrificio de unos pocos? Piénsenlo. Nos veremos de nuevo en Normandía.